Por
Elena Luz González Bazán especial para Historia
Latitud Periódico y Villa Crespo Digital
31
de octubre del 2018
A
partir de enero de 1969, la Misa Radial que se celebraba
desde hacía doce años como misa parroquial
de los domingos desde la Catedral, asumió el carácter
de "diocesana", presidida por el Obispo. Fue desde
entonces la voz esperada en todos los rincones riojanos,
cada domingo a las 8 de la mañana. A través
de ella extendía sus orientaciones pastorales y se
hacía eco de los múltiples y diversos problemas
de los riojanos.
El
6 de abril publicó una "carta pastoral"
en la que decía:
"...El grito del hombre de hoy por su liberación
y salvación (y aquí se llama ´hombre
riojano`) se hace cada vez más agudo y penetrante.
Sólo los hombres ´interiormente jóvenes´
son capaces de percibirlo y comprometerse con él;
los ´cansados´, los ´conformistas´,
los ´establecidos´, los de corazón atado
a muchas cosas, no son aptos para luchar y construir una
sociedad más justa, fraterna, pacificada y pacificante..."
Frente
al estallido popular del "Cordobazo" contra el
gobierno militar de Onganía reflexionaba:
"...Asumamos este grito en todo lo que tiene de
verdadero, auténtico, dramático; asumamos
lealmente el compromiso de seguir caminando, construyendo
en la paz y en el esfuerzo fraterno, responsable y lúcido,
la gran tarea de buscar juntos para hacer una Argentina
que no se sienta realizada y satisfecha, si junto a los
grandes centros urbanos y fabriles, existen argentinos que
se mueren de hambre, sufren el marginamiento material o
moral o son excluidos de la mesa de los argentinos que ostentan
o regulan factores de poder".
Al
evaluar su primer aniversario como Obispo riojano dijo:
"Uno de ustedes, uno del Pueblo de Dios, me ha
dado la lección más estupenda de todo este
año, lo ha sintetizado al mismo tiempo que me ha
trazado todo un programa de vida. Me dijo un hombre de la
calle: "Vea, Monseñor, vea mi amigo; yo le pido
un favor. No se canse nunca de ser el obispo de los pobres,
sea el padre de los pobres porque de esa manera es un buen
obispo".
La
comunidad eclesial reflexionaba, se definía y se
organizaba para trabajar en la realidad inmediata. La consigna
del Obispo "con un oído puesto en el Evangelio
y otro en el pueblo" se iba convirtiendo en una tarea
de todos.
En
septiembre de 1970 solicitó y se concretó
una entrevista con el gobernador de facto Guillermo Iribarren,
molesto por la prédica social del obispo, que ya
recibía desde los sectores católicos anti
conciliares la acusación de "comunista rodeado
de curas tercermundistas" que descuidaba "lo espiritual"
"con un contenido político desde el púlpito"
. Al ser preguntado sobre la continuidad del diálogo,
no dejó de advertir:
"Hoy hablamos mucho de diálogo pero lamentablemente
decimos que es diálogo y en verdad lo que hacemos
es monólogo. Dialogar supone actitudes interiores...
saber escuchar, saber renunciar al propio criterio y opinión
en la medida que se descubre que el otro tiene la verdad.
De esta manera es constructivo... No ha sido la finalidad
de la audiencia solicitada estructurar formas jurídicas
o protocolares de diálogo. Cuando existen presupuestos
básicos como son: confianza, sinceridad, interés
por buscar juntos los caminos que construyen la felicidad
del pueblo... lo jurídico y protocolar pasa a segundo
orden".
Para
1971 la acción pastoral del obispo comprendía
los reclamos de los trabajadores mineros, la organización
cooperativa para el aprovechamiento de la tierra y la justa
distribución de las aguas, mientras denunciaba la
usura, la droga y la prostitución en manos de familias
poderosas de la provincia. Entre tanto se fortalecía
la catequesis popular y el trabajo pastoral en los barrios.
A
partir de ese mismo año Angelelli impulsó
un importante Movimiento Rural para el mejoramiento de la
situación campesina, concitando pronto la enemistad
del nuevo gobernador militar y de los ricos hacendados que,
tras movilizaciones campesinas, recurrieron a la violencia
arrojando bombas contra las sedes del movimiento rural y
contra las casas de los dirigentes.
En
diciembre del 71 se prohibió por orden de "la
superioridad" la misa radial del obispo, mientras
el episcopado presidido por el integrista Mons. Tortolo
guardaba cómplice silencio. Entonces Angelelli afirmó
a un medio periodístico: " No podemos callar
cuando se perjudica positivamente al pueblo de Dios, con
el tráfico de drogas, la trata de blancas, la usura
y el recurso a una doctrina social a la que se deforma para
justificar negociados y lucros personales".
A
partir de 1972, el recientemente fundado diario "El
Sol" se hizo eco de una feroz campaña de
insultos y difamaciones contra Angelelli, al cual llegó
a calificar de "Satanelli" y "ordinario"
(en alusión a que era el Obispo Ordinario).
Al
ser detenidos dos de sus sacerdotes en agosto de 1972, tanto
en la Casa de Gobierno, como ante el Superior Tribunal de
Justicia, Mons. Angelelli, acompañado de sus sacerdotes,
dio lectura a un documento en el que señalaba:
"El Evangelio es una palabra viva... Cuando la
Iglesia responde con fidelidad a esa palabra, cuando comparte
las angustias y esperanzas de los pobres y oprimidos, cuando
se hace pueblo y se compromete en su liberación,
la persecución es inevitable..."
Pero
aquel incidente no fue sino el comienzo de una cada vez
más dura campaña de sectores conservadores,
laicos y aún sacerdotes, que tomaron como blanco
la acción pastoral del obispo, tildado sin más
como "inflitrado comunista".
El
9 de noviembre del 72 fue increpado públicamente
ante todos los alumnos por padres de un colegio religioso
y por su capellán, con el claro intento de expulsarlo
de un acto conmemorativo del colegio.
A
partir de entonces los ultraconservadores católicos
se organizaron en una "Cruzada renovadora de la
cristiandad", que tras una intensa campaña
de calumnias organizó las agresiones de Anillaco,
cuando en plenas fiestas patronales un grupo de viñateros
de la zona, policías y gente de pueblo a su servicio
tomó el templo y obligó al obispo, algunos
sacerdotes, religiosas y laicos a abandonar el pueblo con
riesgo de su vida, entre insultos y pedradas.
Después
el Ejército detuvo al Vicario de la Diócesis,
a varios sacerdotes y dirigentes laicos del Movimiento Rural.
El
25 de febrero Angelelli, que soportaba nuevas presiones
y calumnias ("infiltrado comunista en la iglesia"),
escribió a las autoridades eclesiásticas argentinas
que desde hacía tiempo lo habían dejado en
total soledad y sin apoyo alguno:
"Entiendo
que el asunto va más allá de La Rioja, nos
incumbe a todos... solicito a mis hermanos Obispos, porque
urge, una evaluación más profunda... Necesitamos
urgentemente clarificar la misión que nos corresponde
a las Diócesis y a la Vicaría Castrense (en
manos de Mons. Bonamín que clamaba por una nueva
cruzada regeneradora a cargo del Ejército de Dios)...
Es hora que abramos los ojos y no dejemos que Generales
del Ejército usurpen la misión de velar por
la Fe Católica... No es casualidad querer contraponer
la Iglesia de Pío XII a la de Juan y Pablo... Hoy
cae un Vicario General; mañana (muy próximo)
caerá un Obispo. Por ahí se me cruza por la
cabeza el pensamiento de que el Señor anda necesitando
la cárcel o la vida de algún Obispo para despertar
y vivir más profundamente nuestra colegialidad episcopal...
Es una gracia de Dios para una Diócesis estas pruebas;
ayuda mucho a unir y profundizar el presbiterio y el resto
de la comunidad diocesana... Este cuestionamiento que se
me hace me replantea, por el bien de la Iglesia y de la
paz, la opción que Uds. bien conocen (mi renuncia).
FUENTES:
varias y propias.
Caracteres:
7717