MONSEÑOR
ANGELELLI
LOS
DÍAS FINALES
Por
Elena Luz González Bazán especial para Historia
Latitud Periódico y Villa Crespo Digital
10
de noviembre del 2018
A
días del golpe, el 17 de marzo de 1976, por supuesto
los militares de alta graduación conocían que
eran los días finales del gobierno de María
Estela Martínez, deciden increpar a obispo en Chamical,
el Comodoro Aguirre y otros jefes militares lo hacen públicamente
y abandonan la misa en el momento del saludo de paz. De tal
forma, que Angelelli decide suspender la misa en la base aérea
militar.
El
24 de marzo de 1976 se produce el golpe de Estado autodenominado
Proceso de Reorganización Nacional.
En
abril Angelelli va a Buenos Aires para reclamar personalmente
ante el Ministro del Interior, general Harguindeguy, por los
sacerdotes detenidos y por la ola de represión en la
provincia.
Cuando decide el regreso, en el aeropuerto el avión
de Aerolíneas Argentinas partió sin previo aviso,
esto obliga a Angelelli a regresar en micro, aunque su equipaje
había sido cargado en el avión. Al buscarlo
en La Rioja descubrió que su valija, con importantes
papeles, había sido violada.
El obispo Angelelli era sometido a humillaciones por parte
de las fuerzas armadas, esencialmente el ejército.
En una carta de Enrique Angelelli a su amigo Bertaina le relata
los malos tratos cuando pide audiencias y lo obligan a pedir
permiso todas las veces para realizar los retiros espirituales
de los sacerdotes.
CARTA
A MONSEÑOR ZASPE
En
abril, Angelelli le envía una carta a Monseñor
Zaspe (vicepresidente del Episcopado) denunciando los atropellos
militares contra el pueblo riojano y sus sacerdotes, y expresa
que "es hora que la Iglesia de Cristo en la Argentina
discierna a nivel nacional nuestra misión y que no
guarde silencio ante hechos graves que se vienen sucediendo".
Pero el episcopado guardó silencio. Zaspe y otros dos
obispos se entrevistaron, sin embargo, con el presidente Videla
y le expusieron los hechos. Pero días después
el Jefe del Batallón de Ingenieros de La Rioja dispuso
la suspensión de la misa radial de Angelelli y la suplantó
por la misa celebrada por el capellán del batallón.
SECUESTRO
DE LOS SACERDOTES
El
18 de julio de 1976 fueron secuestrados dos sacerdotes de
Chamical, el Padre Gabriel Longueville y Fray Carlos de Dios
Murias. El 20 a la tarde, una cuadrilla de obreros ferroviarios
encontró los cadáveres de ambos sacerdotes,
a unos 5 kilómetros de Chamical hacia el sur, estaban
maniatados y habían sido rematados a balazos, tenían
signos evidentes de torturas.
La
reacción de Monseñor Angelelli fue elaborar
un minucioso informe, cuya copia apareció "misteriosamente"
después del asesinato del obispo en el despacho
de Harguindeguy.
El
jueves 22 de julio Monseñor Angelelli presidió
la Misa de exequias concelebrada por cuarenta y tres sacerdotes.
En la homilía, asumiendo el dolor de la muchedumbre
presente el Obispo dijo:
"¿Cómo no vamos a llorar al que es
carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre, afecto
de nuestro afecto, miembro de nuestra familia, hijo del Cuerpo
de Cristo, miembro de su pueblo, testigo de su pueblo! ¡Cómo
no los va a llorar Chamical!... No hay ninguna página
del Evangelio que nos mande ser tontos. Nos manda ser humildes
como la paloma y astutos como la serpiente ... nos manda tener
alma y corazón de pobres, nos manda buscar a los más
necesitados porque son los privilegiados del Señor...
Yo los invito a que oremos por los que los mataron. No interesan
las siglas ni los nombres. Les repito, no tenemos nosotros
los ojos cerrados, ni los oídos cerrados, tenemos la
inteligencia normal de todo ser humano, o sea que, si hay
que saber, y podemos tener algunos elementos y estar en condiciones
de informar a quien se debe y en algún momento tengamos
que informar... Pero, ¿hay hermanos nuestros que pueden
imaginar o pensar, o programar violencias y hay otros que
las ejecutan? Y a lo mejor coinciden?
Al
salir del cementerio, el Obispo vestido con sus ornamentos
episcopales, cambió de mano el báculo y acercándose
al Dr. César Abdala, médico de Chamical, le
dijo en tono confidencial: "El próximo soy
yo".
Algunos sacerdotes de su más íntima amistar
le pidieron y aconsejaron que se alejara de la Diócesis,
pero su respuesta fue clara: " Es eso lo que buscan,
que me vaya, para que se cumpla lo dicho en el Evangelio:
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas".
EL
DÍA FINAL
Aquel
4 de agosto de 1976, en horas de la mañana, Monseñor
Enrique Angelelli le pidió al Padre Arturo Pinto, Vicario
Episcopal, que lo acompañara en su viaje de regreso
a La Rioja; además le rencomendó que hiciera
revisar la camioneta Fiat Multicarga.
El
padre Pintos diría posteriormente: "Yo me
encargué de llevar la camioneta, y controlarle el aire,
el aceite y cargar el combustible para que estuviera en condiciones
para el viaje... Almorzamos en casa de las Hermanas, e inmediatamente
después preparamos todas las cosas, cargamos los portafolios
y aproximadamente a las dos de la tarde estaba todo listo
para emprender el regreso".
A
las dos de la tarde el Obispo fue hasta la camioneta. Y como
si le costara decidirse a iniciar el viaje de regreso, se
volvió a tomar unos mates, comentando que le cansaba
hacer ese camino. Luego se dirigió a la Iglesia parroquial
para "hacer una visita al Santísimo". Estaba
tranquilo, aunque se lo notaba preocupado. Subió a
su vehículo, llevando al Padre Pinto como acompañante,
y partió rumbo a la ciudad de La Rioja, distante unos
150 kilómetros. Eran pasadas las 14,30 horas.
"Salimos
por el camino viejo porque temíamos que alguien estuviera
viendo. Íbamos conversando normalmente y andábamos
a una velocidad normal porque no teníamos mayor apuro...
Pasamos Punta de Los Llanos, tomamos la curva de la misma
población. De pronto, yo que iba medio perfilado hacia
el "Pelado", noté que un vehículo
nos alcanzaba. Identifiqué ese vehículo como
un Puegeot 404, de los viejos. Alcancé a notar como
los que tienen alitas atrás en las puntas y de color
gris, tirando a blanco. Una vez que este vehículo se
nos puso al lado, hizo una maniobra hacia delante de nosotros,
rápida. Y en ese momento se produjo como una explosión.
Y yo no recuerdo más nada"...
El
reloj de Angelelli había quedado parado a las tres
de la tarde. La policía encontró su cuerpo "prolijamente"
depositado sobre la tierra, de espaldas y en
cruz, y prohibió a los periodistas sacar fotos, mientras
alejaba a la gente del lugar. Instantes después, un
grupo de militares con armas largas custodiaban el lugar.
Recién a las 21 hs. el cadáver del obispo fue
llevado al hospital Plaza de la Rioja, seis horas después
del "accidente".
Mientras
en el casino militar del batallón 141 y en el diario
El Sol se brindaba con champagne, el coronel Battaglia llamaba
por teléfono al director del diario "El Independiente"
para decirle que "hay que publicar que fue un accidente
por el reventón de la goma trasera". Fue la versión
oficial, lamentablemente aceptada también por el episcopado
en cómplice silencio, mientras la Santa Sede a través
de su órgano oficial L´Osservatores Romano hablaba
de un "extraño accidente". El 19 de junio
de 1986 el Juez Aldo Morales, tras haber acumulado 1800 hojas
del expediente judicial, declaró sin ambages "que
la muerte de Monseñor Enrique Angelelli no obedeció
a accidente de tránsito, sino que fue un homicidio
fríamente premeditado, y esperado por la víctima".
El
martirio del obispo Angelelli por la causa de la libertad
ciudadana y del pueblo pobre se había consumado. Fue
una de las primeras personalidades del país que cayó
bajo la dictadura militar, casi como una necesidad obligada
para que pudiera desatarse sin una voz opositora aquel "proceso"
de largos años de sangre y dolor.
Veinte
años después de su muerte, el 9 de agosto de
1996, el Lic. Santos Benetti funda con un centenar de ciudadanos
de casi todas las provincias, el Instituto Enrique Angelelli
para despertar, desarrollar y capacitar la conciencia política,
sostener la democracia y alentar el desarrollo integral de
la sociedad.
En aquel momento afirmaban: Y aquí estamos nosotros...
conmovidos y fortalecidos por el ejemplo de quien asumió
la voz de los sin voz, trabajando ahora para tomar la posta
de su "compromiso", de su "coherencia"
y de su "coraje".
Es
nuestra "posibilidad de construir algo nuevo"...
Por
la resolución de Papa Francisco, Monseñor Angelelli
ha sido beatificado.
FUENTES: Sede Académica Nacional, varias y propias.
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